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17:59 horas: Su madre abandonó un tratamiento para la ceguera y el padre postergó una operación a la cadera con tal de pagar sus clases en el Conservatorio. Pero ya ni siquiera esos esfuerzos extremos bastaban y, cuando todo parecía fracasar, la ayuda llegó desde donde menos lo esperaban.

Miguel Ortiz/La Segunda

Javiera (10) escuchó la conversación a través de la puerta: sus padres sacaban las cuentas del presupuesto familiar y lamentaban que la niña, más temprano que tarde, debería abandonar sus estudios en el conservatorio de la Universidad de Chile… el dinero no alcanzaba para seguir pagando los $30 mil mensuales del arriendo del piano que requiere para practicar sus lecciones.

Entonces Javiera corrió a un computador -Rodrigo, su padre, administra un sencillo cibercafé en la comuna de La Granja, donde viven- y posteó un conmovedor mensaje en Twitter: «¿Alguien tiene un piano como adorno en su living? Yo lo necesito… ¿me lo presta?».

La inocente solicitud generó, inesperadamente, una avalancha de solidaridad.

Todo comenzó cuando Javiera cumplió 6 años y los padres, para el cumpleaños, le regalaron un teclado plástico, de juguete. La niña, sin embargo, comenzó a mostrar su talento innato y, a oídas, sacaba en el pianito las canciones que escuchaba en la radio y la televisión. Tan grande fue la sorpresa de la familia -y la insistencia de la interesada- que decidieron hacer un esfuerzo y matricularla en el Conservatorio para que estudiara interpretación.

Ese esfuerzo, en todo caso, tuvo repercusiones insospechadas en los padres: Verónica Balladares, la mamá, debió abandonar el tratamiento que el doctor le había recetado tras detectarle un glaucoma y hoy la mujer enfrenta una ceguera progresiva. Y el padre, Rodrigo, no tiene ya la posibilidad de operarse la cadera que tiene atacada por una artrosis. Ambos, aseguran, han optado por postergar sus dramas personales en pos de Javiera: el brillo de ilusión en sus ojos por aprender profesionalmente a tocar piano es la mejor recompensa que tienen.

También canta y toca el violín

Y así es como la niña lleva tres años con un ajustado horario de estudios, pues debe hacer calzar sus tardes en la universidad con sus clases en la escuela Alberto Blest Gana (está en 5° básico con promedio 6)… y la participación protagónica que también posee en la orquesta sinfónica de la municipalidad donde toca ¡el violín!

Su día favorito de la semana, sin embargo, es el sábado: «Ese día me levanto un poquito más tarde y puedo estar más tiempo con mis papás. Los acompaño, regaloneo. A veces voy a la feria a vender dulces con mi papá… y estoy con mis hermanos», cuenta la niña, mientras interpreta sin titubeos una complicada fuga del alemán Johann Sebastian Bach.

Hoy más que nunca adquiere sentido aquello de «Alcanzar mis sueños», el título de la canción que compuso Javiera hace algunos meses y que se puede escuchar con su propia voz como intérprete en la página web que montó (www.myspace.com/javieracastro).

Tras su comentario en Twitter -a través del cual «La Segunda» conoció esta historia- surgió anónimamente la idea de crear un grupo en Facebook para que a través de cientos de donaciones (se pide el aporte de «una luca para que Javiera tenga su propio piano») la niña pudiera cumplir su meta. En casi un mes ha reunido $780.000… una cifra que la familia Castro Balladares no atina a creer.

Mientras, Javiera ha continuado con sus clases a cargo de la reconocida pianista Elisa Alsina, quien aplaude el talento de la muchacha. Sería una pena, coinciden los más cercanos a Javiera, que por un problema económico esta carrera al «estrellato» se interrumpa.

Por cuestiones del destino -y a través de un anónimo correo electrónico- la historia de la niña prodigio llegó a oídos de otro hombre amante de la música: el empresario Leonardo Farkas. Conmovido, el también llamado «hombre orquesta», desembolsó sin pensarlo dos veces una millonaria cifra para que Javiera no deje de estudiar. «Creo que todo el mundo necesita de una ayuda extra alguna vez en la vida. Yo empecé a aprender piano a los 2 años, por eso no quise permitir que esta talentosa niña pierda la posibilidad de continuar con su pasión (…) Acciones como esta me ayudaron a lograr mi meta», cuenta Farkas, desde Estados Unidos. Y añade: «Ojalá otros también hagan el bien y así nuestros niños vivan en un mundo mejor».

Tras recibir la noticia y terminarse de convencer de que aquel suculento depósito no era un error del banco, llorando, la mamá de Javiera se contactó con este diario para «primero dar gracias a Dios por haber puesto a personas tan buenas en este mundo… y me gustaría poder darle un abrazo apretado al señor Farkas, yo creo que él no se imagina que en lugar de dinero, lo que él nos regaló es esperanza». La cifra, de hecho, le permitirá a Javiera comprar su propio piano y pagar gran parte de sus estudios en el conservatorio.

Este mediodía Javiera se presentó en el show que su colegio preparó para conmemorar a las mamás. Como sabía que se trataba de un día especial le pidió un vestido «más bonito» a una amiga y ensayó, con más fruición que nunca, el repertorio. «Un mundo ideal», la melodía que Disney popularizó con la película Aladdín, es una de sus favoritas… quizás, nos confidenció, comenzaría con esa.

http://www.diariollanquihue.cl/prontus4_nots/site/artic/20100515/pags/20100515175406.html