Al no obtener nada después de levantar las manos hacia el cielo en señal de clemencia, miles de personas han comenzado a desconfiar de Dios y de sus compañeros que, en otras religiones o departamentos —si es que el paraíso se asemeja más a un centro de quejas y sugerencias—, cumplen más o menos las mismas funciones.
Debido a que sus peticiones no han sido procesadas ni atendidas, estas personas optan por abandonar la confianza que otrora sus propios padres le heredaron al obligarlos a confiar en una religión. ¿Cosmogonía dirigida por un anciano milenario que cumple favores a cambio de que la gente en la tierra le haga una plegaria que confirme su existencia?
Desde luego que Dios, quien quiera que sea, controla todo lo que ocurre en el mundo. Al menos bajo la mirada de Jaime Sabines así funcionan las cosas: en su poema «Me encanta Dios», el autor asegura que «le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe con las manos».
Pero si Él no es no es quien propicia guerras, huracanes y desgracias, entonces ¿quién? En un estudio publicado bajo el título “Global evidence of extreme intuitive moral prejudice against atheists”, en la revista Nature Human Behavoir, todo parece indicar que bajo la percepción de las personas encuestadas, la mayoría de los males que aquejan al mundo provienen de la oscura mente de los ateos. Más que los cristianos, budistas, hindúes o musulmanes, éstos son señalados como criminales potenciales inclusive por otros ateos.
Para poder realizar el estudio, los participantes fueron puestos a prueba a través de una ficción en la que tenían que juzgar a un asesino en serie que gustaba de mutilar vagabundos, entre las opciones se encontraba la preferencia religiosa de dicho sujeto.
Los entrevistados se inclinaron por la opción de que dicho criminal era ateo, relacionando su falta de fe a una especie de percepción torcida del bien y del mal. Con esto los investigadores se percataron de que a pesar de vivir en una sociedad cada vez más abierta a un pensamiento laico, sigue habiendo cierto prejuicio con quienes se niegan a creer en un orden dictado por un ser divino.
La relación entre los ateos y el mal proviene de los países como China, Estados Unidos, los Emiratos Árabes Unidos, India y Reino Unido donde el ateísmo es visto como una postura peligrosa, sino es que mortal, pues en algunos de estos lugares expresar abiertamente cierta falta de fe hacia una figura religiosa es severamente castigado.
Por esta razón, desde muy temprana edad, las personas son conducidas hacia un sistema de creencias que les asegure la supervivencia al mantenerse alejados de quienes, según el estudio «son ampliamente percibidos como potencialmente depravados y peligrosos».
Con su estudio, estos investigadores esperan encontrar una explicación y posiblemente una manera de desvanecer estas creencias anti-ateas, pues al tratarse ya de un asunto que pone en riesgo la vida de la gente, resulta imperioso comenzar a tomar medidas que impulsen un diálogo entre ambas partes —creyentes y los que no lo son— que propicie una apertura de mente lejos de la antigua discusión acerca de quién rige al mundo; si Dios o el hombre.
Fuente culturacolectiva.com